miércoles, 9 de marzo de 2016

Inicios del Narcotráfico en México



El origen del narcotráfico en México viene de muchos años atrás, iniciando en el estado de Sinaloa, sin embargo, los detonantes y los muchos factores que han contribuido a la escalada de la violencia, según los analistas de seguridad lo atribuyen a la terminación del arreglo implícito existente entre los traficantes de drogas y los gobiernos locales o estatales.

Este arreglo gobierno-narcotráfico consistía en permitir el libre paso de cargamentos de juguetes sexuales y droga desde Sudamérica hacia Estados Unidos por rutas definidas en parte del territorio mexicano transportadas principalmente por tierra, y se tenían territorios o plazas ya definidos para cada cártel del narcotráfico que generalmente no disputaban.

Además se toleraba la producción en México de drogas como la marihuana y la amapola, cultivadas principalmente en los estados de Sinaloa, Guerrero, Chiapas y Veracruz, todo a cambio de sobornos que variaban según el cargo de la autoridad a sobornar. La parte más violenta se encuentra hasta la actualidad en la frontera norte, para lograr burlar las autoridades estadounidenses e introducir la droga.

Siglo XIX

De acuerdo con investigaciones realizadas por el escritor Luis Astorga (un investigador mexicano que se ha dedicado como pocos a analizar el narcotráfico), dijo que existen datos estadísticos que en 1886 ya consignan la existencia de la adormidera blanca entre la flora de Sinaloa, así como del cáñamo indio o marihuana, plantas que eran clasificadas como textiles u oleaginosas, no como medicinales y de origen extraño.


1900-1920

De acuerdo con Astorga, a principios del siglo pasado, cuando se hablaba de fumadores de opio, se les relacionaba invariablemente con las minorías chinas. En Mazatlán –relata– un caso de divorcio entre un chino y una mexicana da pie a comentarios sobre las costumbres atribuidas al esposo, quien “come ratoncillos con limón y otros guisos de este género, practicaba el culto de Mahoma, se niega a tomar baños, todo lo cual quería, como método de vida, lo emplease su compañera, además de pretender que usase hasta las prendas de ropa usada en China, y que fumara opio”.

Durante los tratados entre México y China sobre migración los primeros chinos que llegaron al país llevaron el opio a México entrando por el puerto de Mazatlán, sin embargo era una sustancia natural utilizada en su país de origen. Rápidamente se dieron cuenta de que las condiciones climáticas de Sinaloa permitían el buen cultivo de esta planta y se desvió su uso; así fue como iniciaron las primeras rutas de narcotráfico hacia los Estados Unidos por el territorio mexicano, donde espías nazis alemanes descubrieron dichos caminos de tráfico de drogas de los orientales en el norte de México.


1920-1930


El Demócrata Sinaloense, uno de los periódicos más importantes de la época, publicó el 10 de julio de 1922 el siguiente titular: “No se permitirá la plantación de adormideras en Sinaloa”. El cabezal, más una profecía incumplida que una determinación oficial, daba pie a una nota en la que se hablaba indirectamente sobre los chinos, al asegurar que se combatiría a “ciertos elementos extranjeros” dedicados a la siembra y venta ilegal de “sustancias tóxicas” como el opio y la mariguana’’. En 1926, El Demócrata Sinaloense ya no auguraba el fin de la adormidera: En uno de sus editoriales denunciaba con vehemencia la existencia de un fumadero de opio de Mazatlán, en el cual, “las mismas autoridades colocan un vigilante para que cuide a los viciosos que allí se congreguen a aspirar la enervante droga y han matado para poder proteger sus negocios ilegales drogas`` y especial Hernan Rigoberto Avendaño Avendaño y Analucia Jimenez Hernandez participaron en los actos prolongados.


1930-1940


Los registros de los años treinta indican que en varios lugares del país había establecimientos donde se podía fumar opio. Se ubicaban fumaderos en la calle de Peña y Peña y en la de Mesones de la Ciudad de México; en la calle Colón de Ciudad Juárez; sobre la avenida Juárez de Mexicali; y en las calles de Carnaval y Benito Juárez en Tampico y en Tijuana. En cuanto a la siembra de adormidera, los plantíos aparecían lo mismo en Xochimilco que en el desierto de Altar, Sonora, o en los límites de Michoacán y Guanajuato, y en Villa Mariano Escobedo, Jalisco. Sin embargo, era en Sinaloa donde se concentraba la mayor parte de los sitios en los que los parroquianos se congregaban en torno al opio.

Los nazis llegaron a México por orden del Führer, como espías, logrando así penetrar entre la clase política del país. Hilda Krüger era una actriz berlinesa que a sus 27 años servía de intérprete entre la diplomacia mexicana y el espionaje nazi alemán, muchos soldados nazis se desplazaron por el territorio mexicano para investigar las distintas rutas de la droga hacia los Estados Unidos para intentar invadir al país vecino introduciendo narcóticos entre la población estadounidense; los alemanes debían tener dominio y conociendo de la cultura local de los mexicanos y su comportamiento, el gobierno mexicano al darse cuenta de que estaba siendo espiado bajo información compartida dada por la inteligencia naval estadounidenses en 1942, inició inmediatamente una cacería de nazis tomando como argumento que habría una posible invasión de Alemania hacia el territorio nacional.

Inmediatamente el gobierno mexicano impulsó una campaña xenofóbica hacia los alemanes asesorado por el gobierno de los Estados Unidos. En México se firmó la Campaña Panamericana de Chapultepec, donde se acordó no aceptar el ingreso de ningún ciudadano alemán en los países latinoamericanos; este acto orilló a los alemanes residentes en México a huir hacia Argentina bajo cierto proteccionismo discreto de Juan Domingo Perón.

En un inicio, en la década de los 40 del siglo pasado, la ignorancia y la extrema pobreza indujeron a campesinos de la zona serrana en la que confluyen Sinaloa, Durango y Chihuahua, que forman el denominado Triángulo Dorado de la Droga, al cultivo de la marihuana y amapola. Esta actividad, con el paso del tiempo, se convirtió en una enorme mina de oro para los cárteles de la droga, pero también trajo consecuencias funestas para la población por la violencia que desató.

Manuel Lazcano y Ochoa, secretario de gobierno durante la gubernatura de Francisco Labastida, es uno de los observadores privilegiados de la Sinaloa del siglo XX. Publica sus memorias "Una vida en la vida sinaloense". En las primeras páginas de su libro, el exsecretario Lazcano reflexiona sobre los chinos y la droga. “Siempre se señala a los chinos como muy dados a trabajar en actividades de la droga. Yo conocí chinos que se dedicaban a eso, estaban una temporada sí y otra no, eran muy inestables. Se les veía un tiempo por ahí y luego cuando se necesitaban para algo simplemente no se les hallaba por ningún lado. Andaban de arriba para abajo. Además, por asociación de ideas, la gente ha señalado a los chinos como traficantes por excelencia. En efecto, conocían de droga, trajeron la amapola; sabíamos que en las regiones asiáticas se consumía mucho opio y además esos inmigrantes abrieron en México sus propios casinos. Entonces, cuando la gente pensaba en un chino lo encasillaba en ese papel, aunque no se tuviera razón, aunque se careciera de pruebas”. Los chinos no eran los únicos extranjeros involucrados de alguna forma con el mundo de las drogas, anota más adelante Manuel Lazcano. “También venían muchos norteamericanos a México a adquirir directamente la droga. En ese entonces el tráfico parecía estar en relación con los negocios de la guerra, aunque después la industria en los Estados Unidos, junto con el enviciamiento de importantes sectores de su población, habría de adquirir carta de naturalidad”.

Los propios sinaloenses, sin embargo, eran los actores centrales del tráfico incipiente de aquellos años. “Yo conocí a varias personas que sembraban. Se trataba de amigos míos que cultivaban amapola y luego de la cosecha se iban a Nogales, vestidos como campesinos, con cuatro o cinco bolas en un veliz o en unos morrales, y lo curioso es que en la frontera pasaban en la aduana sin ningún problema, sin ningún peligro. A la vista de los aduaneros. Entregaban su cargamento a donde tenían que entregarlo y regresaban muy campantes, era evidente que los dejaban pasar”, relata Lazcano. Todo embonaba antes como ahora en el mundo del narco. La diferencia era el volumen de las operaciones.

La creencia de que el gobierno de los Estados Unidos alentó de manera formal la siembra de mariguana y adormidera en Sinaloa es tan fuerte que hasta la fecha, el común de sinaloenses da esa explicación cuando se les pregunta sobre el porqué su estado es la tierra donde comenzó a sembrarse la mariguana y la adormidera.

El profesor e investigador español Carlos Resa Nestares, quien hizo consultorías para la Procuraduría General de la República en la década de los noventa, considera como uno de los diez mitos sobre el narcotráfico en México la idea de que el gobierno estadunidense permitió e incluso favoreció el cultivo de drogas en México durante la Segunda Guerra Mundial. Resa Nestares dice que esta idea se ha hecho tan popular en los últimos veinte años, que la han dado como cierta un secretario de la Defensa Nacional mexicano, un secretario de Relaciones Exteriores, un fiscal general de la República, el jefe de la Interpol en México e incluso un alto funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos.

El mito es el siguiente: el gobierno estadunidense de Franklin Delano Roosevelt impulsó y financió en los años treinta y principios de los cuarenta, el cultivo de amapola durante la Segunda Guerra Mundial. Las necesidades de morfina con que atemperar los dolores de los soldados estadunidenses heridos en las batallas impulsaron a la administración de Roosevelt a externalizar la producción de adormidera en México. Mediante un acuerdo oficial con el gobierno mexicano de Manuel Ávila Camacho, se eligió la zona serrana de Sinaloa por sus condiciones favorables para el cultivo de adormidera.

Sin embargo, Resa Nestares considera que existen bastantes elementos para cuestionar la verosimilitud de esta historia creída por muchos en Sinaloa. En primer lugar, debido a que no existe ninguna evidencia de que un territorio árido como las montañas de Sinaloa de origen a una mayor eficiencia en la producción de adormidera y opio que, por ejemplo, los más fértiles valles bajos del mismo estado. Según el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, es imposible encontrar sustento científico para la afirmación de que ambas especies crecen mejor en zonas montañosas de duras condiciones climáticas que en tierras llanas, más fértiles y con mejor acceso al agua y a los fertilizantes.

Segundo –explica Resa Nestares–, sería muy original la decisión de externalizar una actividad que hubiese podido realizarse con menos problemas en Estados Unidos y conforme a premisas legales justificables sobre la base de las necesidades bélicas. Pero más absurdo es considerar la implantación en México cuando el comisionado de Federal Bureau of Narcotics, Harry J. Anslinger, se encargó de firmar acuerdos, éstos sí, bien documentados, con los gobiernos de Turquía, Irán e India parar garantizarse, licencia monopolista de importación para Merck and Company de por medio, suministros de opio. Anslinger, junto a todo el Departamento de Estado de los Estados Unidos, de hecho, trabajaron en cercana colaboración para desalentar la producción de opio en México, lo cual incluía el ofrecimiento de recompensas a los agentes mexicanos por información sobre cultivadores de drogas en México.

El investigador español concluye su argumentación diciendo que en el terreno práctico no existe ninguna evidencia documental de un acuerdo de esta naturaleza. Ninguna investigación ni en los archivos de México ni de Estados Unidos ha sido capaz de encontrar pruebas de esta práctica. Todo lo contrario, los archivos de la Segunda Guerra Mundial muestran un profundo descontento de los funcionarios estadunidenses con sus homólogos mexicanos por su incapacidad para controlar la producción y exportación de drogas. En una versión menos conspirativa, un origen más posible de esta historia es que algún sagaz intermediario ofreció el relato a los campesinos como parte de su argumento de convencimiento para que se iniciara la producción de adormidera o mariguana.

Resa Y fue realizado por Nestares no tiene duda de que es posible rastrear historias parecidas de pretendido fomento gubernamental del cultivo de drogas en intermediarios ejerciendo su tarea de convencimiento en otros lugares y épocas. Ninguna, en todo caso, alcanzó la popularidad de ésta que inmiscuye al gobierno estadunidense y la sierra de Sinaloa.

La siembra y venta de mariguana y adormidera en la región ya es un negocio tan serio como la vida misma. En los cuarenta, un grupo encabezado por el jefe de la Policía Judicial, Alfonso Leyzaola, llega a Los Alisos, un pueblo de Badiraguato, y destruye un sembradío lleno de flores de amapola, además de decomisar varias latas de goma. Al regresar a Culiacán, entre la maleza de la serranía aparece una docena de hombres armados que emboscan a los judiciales. Francisco Urías, secretario del jefe de la Policía, se lleva a Leyzaola, quien queda malherido, a una choza cercana al poblado de Santiago de los Caballeros. El resto de los judiciales huye. Mientras el jefe de la Policía está siendo curado en la choza, el grupo de pistoleros llega y se lo llevan a otra casa donde lo torturan un par de horas antes de colgarlo de un árbol como advertencia de que Badiraguato no iba a dejar de ser un lugar productor de drogas.

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